Un proyecto europeo, coordinado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha demostrado que un microbiota sana contribuye a regular el apetito, el peso corporal y la hinchazón asociada a la obesidad, además de afectar al riesgo de desarrollar enfermedades crónicas metabólicas y mentales. El microorganismos que viven en el aparato digestivo afectan al funcionamiento del inmunológicoendocrino y sistemas nerviosos. Concretamente, en uno de los estudios se observó que, en 4 años de estudio, niños con un peso normal desarrollaban obesidad debido a que una dieta poco saludable disminuía la diversidad de esta microbiota y esto aumentaba la cantidad de proteobacterias inflamatorias. Además, se observó que esta microbiota puede disminuir el riesgo de padecer enfermedades asociadas al estrés.
La investigación también demuestra que no sólo es importante la cantidad de proteína en la dieta, sino también la calidad, ya que ésta da lugar a la producción de metabolitos más o menos tóxicos en el riñón. Por último, también se ha investigado cómo afecta a la microbiota otras cosas como el tipo de parto, comprobando que las personas que nacen por cesárea tienen una respuesta más exagerada al estrés y esto provoca un mayor riesgo de padecer enfermedades mentales y metabólicas.