Cuando una persona se infecta por primera vez de COVID-19, tienen que pasar varios días hasta que su organismo se da cuenta de que tiene la enfermedad y utiliza todo lo necesario para eliminar y proteger esa amenaza.
La vacuna COVID-19 desarrolla la inmunidad sin necesidad de contraer la enfermedad, preparando las células para luchar contra la infección. Generalmente, después de la inyección, tarda algunas semanas en producir lo necesario para ser completamente inmune. Esto puede hacer que una persona tratada enferme justo antes o después de inyectarse la vacuna. Ocurre, principalmente, por la falta de tiempo que ha tenido el organismo para producir la resistencia que necesita. Puede ocurrir que alguien presente síntomas similares después de haber sido vacunado. Esto es normal y es una buena señal. Significa que su organismo está aprendiendo a combatir la enfermedad y, en su proceso, creando inmunidad frente a ese virus.
Los expertos aún están estudiando cuánto durará la protección, ya que se trata de una investigación tan nueva que no disponen de resultados sólidos. No obstante, algunos empiezan a sentar que podría tratarse de una vacuna recurrente, como la de la gripe común.